domingo, 18 de septiembre de 2011

...empiezo escribiéndote dos años después de ti...

...empiezo escribiéndote dos años después de ti...hija mía

Hace ya tiempo, encontré muy dentro de mi una receta que ponía "cocinar vida",
Poco a poco llegaron los ingredientes:
Un verano, una mochila, una isla llamada Menorca,una cala, una cueva-casa, una chica loca con los pies negros y ganas de tragar mundo, una luna creciente, un amor, un deseo y un instinto.
Poco a poco llegó la leña y el fuego frente al mar. Llené con mis ingredientes la cacuela de Trebalúger y empecé a revolver, revolver y revolver...lentamente...
Esa noche, me dormí. Y dos meses después me desperté en otra isla, Tenerife, empezando otro curso académico en la universidad, una beca Séneca, una nueva ciudad por conocer, una nueva rutina, papeleos y más papeleos, el baño de la facultad, un predictor y noticias tuyas. Lloré, respiré hondo y me pedí un sandwich vegetal en la cafetería de la universidad. Lo mastiqué mirando por la ventanilla y supe que todo cambiaría...(Los cambios, al contrario que la mayoría de la gente, me tranquilizan, me hacen sentirme y encontrarme, así que por primera vez en mi vida, no me sentí perdida)
Empezaste a crecer y me regalaste una barriga bajo el sol, después una barrigota y más tarde un barrigón.También me regalaste unas tetas nuevas, enoooooooorrrmes, tanto fue así, que en los aeropuertos no me dejaban pasar por exceso de bultos y por ello decidí quedarme en esa isla y dedicarme a sacar fotos y hacer vídeos a una tripa en constante movimiento, al ritmo de las olas del mar, los bailes de reagge y de los ajetreos entre clases, bibliotecas, apuntes y exámenes. Me regalaste kilos y kilos de pepinillos del hiperdino.
Para darte la bienvenida quisimos construir un nido con huerta y tomates, y como la beca no daba para mucho, tu papá se encargó de okupar una casa terrera. Poco a poco pusimos los colores con las pinturas más baratas del leroy merlín. Mamá y papá, en vez de mirar cunitas, bañeras, carritos y ropa, se recorrían todas las noches del miércoles los barrios de la zona en busca de muebles, colchones y telas para reciclar.
Un día, apareció Marisa, la partera de mamá. Con su energía, su brillo y su don, me ayudó a sentirme segura en mi decisión de que nacieses en el nido que habíamos construído para ti.
Y antes de la fecha indicada por la ruleta de la fortuna de la matrona del centro de salud, tú ya estabas allí, en luna creciente. Naciste sin llorar, sólo respiraste tu primera bocanada de aire con un suspiro. Fue tu primera vez fuera y dentro de mi a la vez. Te puse en mi pecho y volvimos a ser una, cerrando círculos.
Me puse el traje de canguro y contigo sobre mi pecho, salté de lugar en lugar, de momento en momento y de situación en situación. Y hoy, quince meses después, sigues sobre mi pecho, transmitiéndome todo lo que puedo llegar a ser, como madre. Enseñándome a desaprenderme y a simplemente ser y sentir.